Hemos tenido muchas dudas en relación de la labor de la Cicig en Guatemala, principalmente del caso del abogado Rodrigo Rosenberg, donde el Señor Carlos Castresana dijo tantas cosas con su excesivo protagonismo. Acusó y destruyó, antes de tener las pruebas fehacientes, y luego partió raudo y veloz. Se fué porque no quiso envolverse en el maremaunum que él mismo causó.
Y luego viene el Señor Francisco D'Allanese comienza con vitores y tambores y ahora ya se enredo en sus mismas redes. Dicen que la CICIG es como un tractor que se pasa llevando a quien se le ponga enfrente y a veces, sin que se les pongan enfrente. Según dice en Prensa Libre José Raúl Gonzales Merlo, la Cicig sabía que enfrentarse al crimen organizado era una tarea peligrosa y la aceptó. Veremos que pasará más adelante.Más sobre el tema.
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